Lope de Vega Carpio (1562 – 1635) fue un destacado dramaturgo y poeta del Siglo de Oro español.
- Ni el rey comería si el labrador no labrase.
- Morir, o dar la muerte a los tiranos, pues somos muchos, y ellos poca gente.
- Es ángel, aunque es furia del profundo. Y con ser la mujer quien tanto daña, donde ella falta, no se alegra el hombre.
- El ingrato escribe el bien en el agua y el mal en la piedra.
- De cuantas cosas me cansan fácilmente me defiendo, pero no puedo guardarme de los peligros de un necio.
- Soy rey de mi voluntad; no me la ocupan negocios, y ser muy rico de ocios es suma felicidad.
- La poesía es pintura de los oídos, como la pintura poesía de los ojos.
- Lo que cuenta no es mañana, sino hoy. Hoy estamos aquí, mañana tal vez, nos hayamos marchado.
- No hay en el mundo palabras tan eficaces ni oradores tan elocuentes como las lágrimas.
- La virtud, como el arte, hallarse suele cerca de lo difícil.
- A los que no la pueden gozar, pésales que haya hermosura.
- Yo confieso que he vivido libremente y sin casarme, por no querer sujetarme.
- Que si ha de dar un desengaño muerte, mejor es un engaño que da vida.
- La liberalidad es la primera hija del amor y la piedra imán más atractiva para los hierros de la voluntad.
- Después del perdón son infames los delitos.
- La amistad es el alma de las almas.
- Si humor gastar pudiera, con más salud sospecho que viviera.
- ¿Qué viene a ser esta vida, sino un breve camino para la muerte?
- Lágrimas de los hijos son flechas en los corazones de los padres.
- La muerte es cobarde para los que no la huyen y animosa para los que la temen.
- En su casa, hasta los pobres son reyes.
- El amor tiene fácil la entrada y difícil la salida.
- El oro es como las mujeres, que todos dicen mal de ellas y todos las desean.
- No hay placer que no tenga por límites el dolor; que con ser el día la cosa más hermosa y agradable tiene por fin la noche.
- Que de una mujer que es buena mil cosas buenas se aprenden.
- No hay cosa más fácil que dar consejo ni más difícil que saberlo tomar.
- Quien desea morir, la vida teme.
- Es perdonar al vencido el triunfo de la victoria.
- El querer no es elección porque ha de ser accidente.
- No se puede amar sin dar.
- Conozco, y con notables sentimientos, que no está el bien en la corona de oro, sino en tener en paz los pensamientos.
- Que no hay, para olvidar amor, remedio como otro nuevo amor, o tierra por medio.
- Cada cual tiene amor, correspondiente a su humor, que le conserva en su estado.
- Que más mata esperar el bien que tarda que padecer el mal que ya se tiene.
- Con viento mi esperanza navegaba; perdonóla la mar, matóla el puerto.
- Los celos son hijos del amor, mas son bastardos, te confieso.
- Yo, haciendo lengua los ojos, solamente le ofrecía a cada cabello un alma, a cada paso una vida.
- Virtud, sobre ser hermosa, es la mayor perfección.
- ¡Qué tanto puede una mujer que llora!
- A nadie se le dio veneno en risa.
- Muchos se casan aprisa que a llorar despacio van.
- No sé la razón de la sinrazón que a mi razón aqueja.
- Quien no ama la vida, no la merece.
- Mayor valentía es disponerse a la muerte prudentemente que arrojarse al cuchillo con osadía.
- Donde hay amor no hay señor, que todo lo iguala el amor.
- Que es amor dulce materia para no sentir las horas, que por los amantes vuelan.
- Nadie puede apartarse de la verdad sin dañarse a sí mismo.
Frases de Alexandre Dumas |
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