Tito Livio fue un famoso y prolijo historiador romano, cuya obra cumbre fue la historia de Roma, en 152 volúmenes, desde su fundación hasta Nerón. Tito Livio nació en el 59 a.C. y murió cuando Jesucristo tenía solo 17 años. Tuvo una influencia fundamental en Europa durante la Antigüedad y la Edad Media.
- El ocio en la abundancia se desordena la razón.
- No des la felicidad de muchos años por el riesgo de una hora.
- Cuando la situación es adversa y la esperanza poca, las determinaciones drásticas son las más seguras.
- La hipocresía, al adquirir, cierto crédito en cuestiones pequeñas, se prepara la oportunidad para engañar en las más grandes.
- La avaricia y el lujo han sido la ruina de todo gran Estado.
- El miedo está siempre dispuesto a ver las cosas peores de lo que son.
- La necesidad es la última arma y la más terrible.
- La ley es sorda e inexorable, incapaz de ablandamiento ni de benignidad.
- Nada se clava más hondo que la pérdida de dinero.
- Ningún favor produce una gratitud menos permanente que el don de la libertad, especialmente entre aquellos pueblos que están dispuestos a hacer mal uso de ella.
- Para un buen general, la muerte no tiene importancia.
- En la guerra más que en ningún otro caso, los acontecimientos no corresponden a las esperanzas.
- El trabajo y el placer, dos cosas esencialmente distintas, están unidas íntimamente por un lazo natural.Obviamente, lo que ya sucedió, puede lamentarse, pero no rehacerse.
- Cualquier esfuerzo resulta ligero con el hábito.
- Sólo sentimos los males públicos cuando afectan a nuestros intereses particulares.
- Permanece armado y alerta, a fin de que no se te pase tu oportunidad, ni se la ofrezcas a tu adversario.
- En un pueblo libre es más poderoso el imperio de la ley que el de los hombres.
- Casi siempre sucede que la parte mayor vence a la mejor.
- No hay cosa que no acometan los hombres, si a los que emprenden grandes empresas se les proponen grandes premios.
- Mejor cosa y más segura es una paz cierta, que una victoria esperada. Una está en tus manos; la otra, en la de los dioses.
- Los buenos no dejan de hacer bien a los ingratos.
- Por los hechos, no por las palabras, se han de apreciar los amigos.
- Ninguna ley puede contentar a todos.
- Los hombres son más sensibles al dolor que a los placeres.
- Olvidemos lo que ya sucedió, pues puede lamentarse, pero no rehacerse.
- La guerra es justa para aquellos a quienes es necesaria, y son sagradas las armas de aquellos a quienes no queda otra esperanza.
- Para un buen general, la muerte no tiene importancia.
- El favor del vulgo levanta siempre a sus defensores en un lugar abrupto, con una sima a sus pies; y en el momento más crítico los abandona.
- El sol no se ha puesto aún por última vez.
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