Jacinto Benavente
(1866-1954) Dramaturgo español.
(1866-1954) Dramaturgo español.
- Tendremos una casita tan pequeña, que a poquita felicidad que entre en ella la llene toda.
- Dicen que me burlo de todo, me río de todo, porque me burlo de ellos y me río de ellos, y ellos creen ser todo.
- Sólo temo a mis enemigos cuando empiezan a tener razón.
- Somos demasiado inexorables al juzgar a los demás cuando nos creemos sin culpa; solo el pecador debiera juzgar a los pecadores.
- En la vida, lo más triste, no es ser del todo desgraciado, es que nos falte muy poco para ser felices y no podamos conseguirlo.
- El verdadero amor no se conoce por lo que exige, sino por lo que ofrece.
- Si la gente nos oyera los pensamientos, pocos escaparíamos de estar encerrados por locos.
- La naturaleza es generosa, y a la vejez nos quita el sueño para regalarnos un poco más de vida.
- El que está celoso, nunca está celoso de lo que ve, con lo que imagina es suficiente.
- Es tan fea la envidia que siempre anda por el mundo disfrazada, y nunca más odiosa que cuando pretende disfrazarse de justicia.
- Comienza tu obra; comenzar es haber hecho la mitad; comienza de nuevo, y la obra quedará terminada.
- Lo más parecido a la mentira es el silencio, cuando se calla lo que no se quiere decir.
- Muchas veces, el que nos crean mejores de lo que somos nos obliga a serlo.
- Cuanto más reduzcamos el tamaño de nuestro mundo, más seremos sus maestros.
- Una cosa es continuar la historia y otra repetirla.
- Nuestra vida no es nunca lo que hemos querido, sino lo que hemos tenido que dejar de querer.
- A los amigos no se les debe pedir nunca nada. Es el único medio de conservarlos. El dinero se les pide a los enemigos. Es el modo, también, de conservarlos.
- Poco bueno habrá hecho en su vida el que no sepa de ingratitudes.
- El único modo de que la gente no crea en algo malo es porque le convenga creer en algo peor.
- La vanidad hace siempre traición a nuestra prudencia y aún a nuestro interés.
- Creedlo, para hacernos amar no debemos preguntar nunca a quien nos ama: ¿Eres feliz?, sino decirle siempre: ¡Qué feliz soy!
- El amor es como el fuego. Ven antes el humo los que están fuera… que las llamas los que están dentro.
- Más se unen los hombres para compartir un mismo odio que un mismo amor.
- El divorcio es ridículo. Además, suprime la única seguridad del matrimonio, la de no poder volver a casarse.
- Para comprender el dolor no hay inteligencia como el dolor mismo.
- Nunca se piensa más que cuando parece que no piensa uno en nada.
- En asuntos de amor los locos son los que tienen más experiencia. De amor no preguntes nunca a los cuerdos; los cuerdos aman cuerdamente, que es como no haber amado nunca.
- Hay silencios discretos que hieren más que una indiscreción imprudente.
- El peligro del amor no está en las flechas que nos tira, sino en la venda que nos pone…
- La ironía es una tristeza que no puede llorar y sonríe.
- Lo mejor es darle a los demás un papel agradable en la vida, para que lo representen bien.
- Una idea obsesiva siempre parece una gran idea, no por ser grande, sino porque llena todo el cerebro.
- Lo peor que hacen los malos es obligarnos a dudar de los buenos.
- Piense usted que siempre es más noble engañarse alguna vez que desconfiar siempre.
- La vida nos dice en sus lecciones que, alguna vez, para ser bueno, hay que dejar de ser honrado.
- Es más fácil ser genial que tener sentido común.
- Cuando no se piensa lo que se dice es cuando se dice lo que se piensa.
- Una hora de alegría es algo que robamos al dolor y a la muerte, y el cielo nos recuerda pronto nuestro destino.
- Bienaventurados los que nos imitan porque ellos heredarán nuestras faltas.
- No hay nadie tan elocuente como uno mismo cuando quiere persuadirse de lo que le conviene estar persuadido
- Todos piensan que tener talento es una cuestión de suerte; nadie piensa que la suerte puede ser una cuestión de talento.
- Los amores son como los niños recién nacidos; hasta que lloran no se saben si viven.
- La cultura es la buena educación del entendimiento.
- Si murmurar la verdad aún puede ser la justicia de los débiles, la calumnia no puede ser nunca más que la venganza de los cobardes.
- El amor es lo más parecido a la guerra, y una guerra en la que es indiferente vencer o ser vencido, porque siempre se gana.
- En la pelea, se conoce al soldado; sólo en la victoria, se conoce al caballero.
- Tengo observado que todos los que no pueden tolerar una mala palabra de los superiores son los que más suelen prodigarlas con los inferiores.
- Los dictadores pueden reformar las leyes; pero no las costumbres.
- El perdón es siempre una humillación y tarde o temprano acabamos por odiar al que ha tenido algo que perdonarnos.
- En cada niño nace la humanidad.
- No hay sentimiento que valga; el amor es una ocupación como otra cualquiera.
- La admiración no interroga nunca; con admirar comprende.
- El verdadero amor, el amor ideal, el amor del alma, es el que sólo desea la felicidad de la persona amada, sin exigirle a cambio la nuestra.
- El amor es como Don Quijote: cuando recobra el juicio es para morir.
- Dios castiga en los hijos las culpas de los padres, porque sabe que no hay mayor dolor para los padres que el dolor de los hijos.
- Ser feliz es cuestión de práctica.
- Las mujeres aman, frecuentemente, a quien lo merece menos; y es que las mujeres prefieren hacer limosna a dar premios.
- El que está celoso, nunca está celoso de lo que ves, con lo que se imagina es suficiente.
- Eso de que el dinero no da la felicidad son voces que hacen correr los ricos para que no los envidien demasiado los pobres.
- En amor sienta bien a los hombres algo de timidez. La timidez del hombre hace más atrevidas a las mujeres.
- El único egoísmo aceptable es el de procurar que todos estén bien para estar uno mejor.
- El dinero no puede hacer que seamos felices, pero es lo único que nos compensa de no serlo.
- La estimación depende de creer o no creer en quien se estima; el amor, ésta es su tragedia, aunque no crea, ama.
- Los libros son como los amigos, no siempre es el mejor el que más nos gusta.
- El dinero es como el agua; por muy limpio que sea su origen, al correr pasa por muchos lodazales y no llega siempre limpio a nuestras manos.
- El amigo que sabe llegar al fondo de nuestro corazón, ése, como tú, ni aconseja ni recrimina; ama y calla.
- Al amor lo pintan ciego y con alas. Ciego para no ver los obstáculos y con alas para salvarlos.
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