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Frases de Sylvia Plath

 Frases de Sylvia Plath,  novelista.

Frases de Sylvia Plath



“El suelo parecía maravillosamente sólido. Era consolador saber que me había caído y que no podía caer más abajo”.

“He intentado no pensar demasiado. He intentado ser natural”.

“Aunque el amor llegue un día, me da miedo que tan sólo sea esto; y, aunque el amor llegue un día, también me da miedo que sea mucho más”.


“La mayor parte del tiempo la paso meditando sobre la pared de enfrente. Es rosada, con manchas. Tanto la miré que me parece que ya forma parte de mi corazón. Aunque con intermitencias. Las caras y la oscuridad nos separan una y otra vez”.


“Tanto trabajando, leyendo, pensando, viviendo para hacer. El curso de la vida no es suficientemente largo”.
 
“No es fácil expresar lo que has cambiado. Si ahora estoy viva entonces muerta he estado, aunque, como una piedra, sin saberlo, quieta en mi sitio, mi hábito siguiendo”.

“Tus propias limitaciones te crucifican”.

“Morir es un arte, como cualquier otra cosa. Yo lo hago excepcionalmente bien. Lo hago para sentirme hasta las heces. Lo ejecuto para sentirlo real. Podemos decir que poseo el don”.

“Las voces de la soledad, las voces de la tristeza golpean mi espalda inevitablemente”.


“Desde las cenizas me levanto, con mi cabello rojo y devoro hombres como el aire”.

“Soy un jardín de agonías rojas y negras. Las bebo, odiándome a mí misma, odiándome y temiéndome”.


“Luego, simplemente se quedó parado frente a mí y yo seguí mirándolo. No pude pensar más que en el pescuezo y la molleja de un pavo y me sentí muy deprimida”.

“Prefiero a los médicos, a los abogados, a las parteras… a cualquier cosa antes que a los escritores, son la cosa más narcisista que existe”.

“El silencio me deprimía. No era realmente el silencio. Era mi propio silencio. Sabía perfectamente que los coches hacían ruido y la gente que iba dentro de ellos y la que estaba detrás de las ventanas iluminadas de los edificios hacían ruido, y el ruido hacía ruido, pero yo no oía nada”.


“Tuve oportunidades. Probé y traté. Cosí la vida a mi vida como una voz rara. Caminé con cuidado, con precaución, como un objeto extraño. Intenté no pensar demasiado. Traté de ser natural”.


“La poesía es una disciplina tiránica; vas tan lejos, tan rápido, que en un espacio reducido tienes que desviarte a toda la periferia”.

“La perfección es terrible, ella no puede tener niños”.

“Me vi a mí misma sentada en la bifurcación de ese árbol de higos, muriéndome de hambre sólo porque no podía decidir cuál de los higos escoger”.

“Vi mi vida extendiendo sus ramas frente a mí como la higuera verde del cuento”.
“Inspiré profundamente y escuché el antiguo estribillo de mi corazón. Yo soy yo soy yo soy”.

“Si uno hace algo incorrecto en la mesa con cierta arrogancia, como si supiera perfectamente que está haciendo lo que corresponde, puede salir del paso y nadie pensará que es grosero o que ha recibido una pobre educación. Pensarán que uno es original y muy ocurrente”.

“No me animé a preguntarle si había otras maneras de tener bebés. Por alguna razón lo más importante para mí era el hecho de ver salir al bebé de una misma y tener la seguridad de que es el de una. Pensé que ya que era necesario soportar ese dolor de todas maneras, daba lo mismo permanecer despierta. Siempre me había imaginado a mí misma apoyándome sobre los codos en la mesa de partos después que todo hubiera terminado, mortalmente pálida, por supuesto, sin maquillaje y debido a la terrible prueba, pero sonriente y radiante, con el cabello suelto hasta la cintura tendiendo las manos hacia mi primer bebé, pequeño y pataleante, y diciendo su nombre, cualquiera que fuese”.

“Debe de haber unas cuantas cosas que un baño caliente no puede curar, pero yo conozco muchas; siempre que estoy triste hasta morir, o tan nerviosa que no puedo dormir, o enamorada de alguien a quien no veré en una semana, me deprimo, pero sólo hasta el punto en que me digo: «Tomaré un baño caliente».”
“Hay una estaca clavada en tu grueso y negro Corazón, pues la gente de la aldea jamás te quiso. Por eso bailan ahora, y patean sobre ti. Porque siempre supieron que eras tú, papi, Papi, cabrón, al fin te rematé”.

“Me encuentro absolutamente colmada cuando he escrito un poema”.


 
“Mi árbol favorito era el sauce llorón. Yo pensé que debían de haberlo traído del Japón. En Japón entendían las cosas del espíritu”.

“Tenía que estar pasándomelo en grande, tenía que estar ilusionada como las otras chicas, pero no conseguía reaccionar”.

“Solía rezar para recuperarte. Ach, du. En la lengua alemana, en la localidad polaca apisonada por el rodillo de guerras y más guerras. Pero el nombre del pueblo es corriente. Mi amigo polaco dice que hay una o dos docenas. De modo que nunca supe distinguir dónde pusiste tu pie, tus raíces: nunca me pude dirigir a ti”.

“Cada mujer adora a un fascista, con la bota en la cara; el bruto, el bruto corazón de un bruto como tú”.

“Medito en el baño. El agua tiene que estar bien caliente, tan caliente que apenas se soporte el poner el pie dentro. Entonces uno se desliza suavemente, hasta que el agua le llega al cuello”.

“¿Cómo quebrar la Campana y salir libre al mundo, sin miedos ni colapsos?”.

“Si ser neurótica es decir dos cosas mutuamente excluyentes en el mismo momento, entonces soy endemoniadamente neurótica. Estaré volando de una a otra cosa mutuamente excluyente durante el resto de mi vida”.

“He intentado ser ciega en el amor, como las otras mujeres, ciega en la cama, con mi amante ciego, sin buscar, en la densa oscuridad, un rostro ajeno”.



“El flujo sanguíneo es el flujo del amor, el sacrificio absoluto. Significa: no más ídolos salvo yo, yo y tú”.

“Así que empecé a pensar que tal vez fuera cierto que casarse y tener niños equivalía a someterse a un lavado de cerebro, y después una iba por ahí idiotizada como una esclava en un estado totalitario privado”.

“Le hablo a dios pero el cielo está vacío”.

“Sentí el invierno sacudiéndome los huesos y haciéndome castañetear los dientes”.

“Sentía mis pulmones llenarse con el paisaje que afluía hacia ellos. -Aire, montañas, gente, árboles-. «Esto es ser feliz», pensé”.

“¿Qué es lo que tanto te aterroriza? ¿La nariz, las cuencas de los ojos, las dos hileras de dientes? No te preocupes, este aliento agrio se esfumará en un día. Enseguida, enseguida la carne que devoró el sepulcro volverá a acomodarse en mí y seré de nuevo una mujer sonriente, tan sólo tengo treinta años”.

“Mi alma debe estar detrás de ti; Estoy matando mi carne sin ella”.


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