Garcilaso de la Vega, un poeta y militar español
-Estoy muriendo, y aun la vida temo; témola con razón, pues tú me dejas; que no hay, sin ti, el vivir para que sea.
-Yo no nací sino para quereros; mi alma os ha cortado a su medida; por hábito del alma mismo os quiero. Cuanto tengo confieso yo deberos; por vos nací, por vos tengo la vida, por vos he de morir, y por vos muero.
-Salid sin duelo, lágrimas corriendo.
-La vida es corta: viviendo todo falta, muriendo todo sobra.
-No me podrán quitar el dolorido sentir, si ya primero no me quitan el sentido.
-Del sueño, si hay alguno, aquella parte sola, que es imagen de la muerte, se aviene con el alma fatigada.
-Pensando que el camino iba derecho, vine a parar en tanta desventura, que imaginar no puedo, aún con locura, algo de que esté un rato satisfecho.
-Ella en mi corazón metió la mano, y de allí me llevó mi dulce prenda: que aquel era su nido y su morada.
-El corazón dispone a la alegría que vecina tenía, y reserena su rostro, y enajena de sus ojos muerte, daños, enojos, sangre y guerra.
-En este amor no entré por desvarío, ni lo traté, como otros, con engaños, ni fue por elección de mi albedrío: desde mis tiernos y primeros años a aquella parte me inclinó mi estrella y aquel fiero destino de mis daños.
-Si para refrenar este deseo loco, imposible, vano, temeroso, y guarecer de un mal tan peligroso, que es darme a entender yo lo que no creo, no me aprovecha verme cual me veo, o muy aventurado o muy medroso, en tanta confusión que nunca oso fiar el mal de mí que lo poseo.
-No pierda más quien ha tanto perdido, bástate, amor, lo que ha por mí pasado; válgame agora jamás haber probado a defenderme de lo que has querido.
-Es de los hombres el oficio: tentar el mal, y si es malo el suceso, pedir con humildad perdón del vicio.
-¿Quién me dijera, cuando las pasadas horas que en tanto bien por vos me vía, que me habiáis de ser en algún día con tan grave dolor representadas?
-¿Por qué no ablandará mi trabajosa vida, en miseria y lágrimas pasada, un corazón conmigo endurecido?
-Mas infición del aire en sólo un día me quitó el mundo, y me ha en ti sepultado, Parténope, tan lejos de mi tierra.
-Pensando que el camino iba derecho, vine a parar en tanta desventura, que imaginar no puedo, aún con locura, algo de que esté un rato satisfecho.
-Estoy continuo en lágrimas bañado, rompiendo el aire siempre con suspiros; y más me duele el no osar deciros que he llegado por vos a tal estado.
-¡Amor, amor! Un hábito he vestido del paño de tu tienda, bien cortado, pero después estrecho y desabrido, al vestir le hallé ancho u holgado.
-En tanto que de rosa y azucena se muestra el color de vuestro gesto, y que vuestro mirar ardiente, honesto enciende el corazón y lo refrena…
-¿Dónde están agora esos claros ojos que llevaban tras sí, como colgada, mi alma doquier que ellos se volvían?
-De tus rubios cabellos, ¿dónde, ingrata mía, hizo el Amor la cuerda para el homicida?
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