Frases de Ignacio Manuel Altamirano ( 1934- 1893), abogado, escritor, periodista, político. Mexicano
- En la tumba de los mártires es donde crecen los laureles de la victoria.
- Así como la tierna corteza de un árbol sumergida por mucho tiempo en las aguas de cientos de ríos, se petrifica, el corazón humano sumergido en el pesar, al fin se vuelve empedernido.
- El mayor castigo que puede imponerse a la envidia es el desprecio. Hacerle caso es permitirle saborear un síntoma de victoria.
- Es necesario buscar la flor de la amistad sobre la tumba de un perro.
- La envidia es una sombra que oscurece el semblante y entristece el espíritu.
- En las guerras de Independencia, la fe es lo primero, pero la acción es lo que hace útil la fe. Sin ella, esta virtud no vale nada.
- En una persona desaseada, hasta los pensamientos tienen mal olor.
- La fidelidad y la gratitud son dos flores raras que se encuentran difícilmente.
- La voz de la envidia es el pregón de la inferioridad del envidioso.
- Los hombres que a todo sacan su valentía son como esa gente que tiene mala voz y que anda siempre cantando.
- ¿Queréis hablar estando poseído de ira? Adoptad el acento de los grandes trágicos y no gritéis. La voz apagada es más terrible y más elegante, si esto último puede decirse.
- Si la culebra pudiese hablar, sería el mayor calumniador del león. Los hombres reptiles por eso persiguen con su lengua a las almas superiores.
- Observad a las prostitutas: hablan mal de todas las mujeres; observad a los malvados: hablan mal de todos los hombres. Es un triste consuelo para estas dos clases de gente.
- Sólo el amor criminal es más fuerte que el amor maternal, puesto que la adúltera abandona a sus hijos.
- De todos modos, la religión, bien podría decirse, las religiones, se han apresurado en todo tiempo a dirigir los instintos y movimientos humanos, causados o no por las estaciones, y a enderezarlos por los caminos de la virtud.
- La religión es el hada buena de la infancia, ese crepúsculo matinal de la vida. Ella encanta el cerebro y el corazón de los niños y puebla de dulces y tiernos recuerdos el espacio azul de los primeros días.
- Dios no existe, la naturaleza se rige por sí misma.
- En la primavera de la vida, hasta las espinas florecen y hasta las penas tienen un sabor de felicidad.
- Asearse con esmero, no es cuestión de opinión política sino de higiene y educación.
- Aunque un tirano no debiera temer más que la pluma de un Tácito, esto sería suficiente para hacerle temblar.
- Confesar el mérito de otro es probar que uno lo tiene. Negarlo injustamente, prueba que no pudiendo uno elevarse, pugna por poner a todo el mundo a su nivel.
- Creer uno que sabe Historia porque la conoce en los compendios, es querer formarse idea de la grandeza del mar, al comer una ostra.
- Decid a los hombres las verdades como dais purgas a los niños. De otro modo lograreis irritarlos sin corregirlos.
- Dominar la cólera, tiene más mérito que batirse en duelo por no haberla dominado.
- El celo, hijo de la desconfianza, es hermano de la credulidad.
- El celo se espanta con poco y se tranquiliza con menos.
- Contra el salteador, el cuatrero y el ratero hay la acción criminal. Contra el ladrón literario no hay nada y, además, el robado costea el precio de la magnesia para pagar la bilis que produce el despojo.
- La envidia es proteiforme. Sus manifestaciones más comunes son la crítica amarga, la sátira, la diatriba, la injuria, la calumnia, la insinuación pérfida, la compasión fingida, pero su forma más peligrosa es la adulación servil.
- Para las mujeres todo es posible.
- El envidioso, a los hombres irritables causa cólera; a los reflexivos tan sólo inspira lástima.
- El hígado es la víctima de la envidia. No pocas veces lo es también el corazón.
- La diatriba es el pus de una úlcera del alma.
- La buena educación es la mitad del camino en cualquier negocio.
- El matrimonio es como la moda; todo el mundo habla mal de ella, pero todo el mundo la acepta para sí y su familia.
- El placer es débil cuando no se forja en la fragua del deseo.
- El poder tiene espinas, pero para algunos gobernantes es sabroso, con todo y ellas, como las sardinas.
- El poder es duro oficio, pero para algunos es el único.
- El que comete un exceso, ebrio de vino, tiene el recurso de disculparse con el vino; pero quien lo comete ebrio de cólera, no tiene más recurso que la humillación.
- El corazón que despierta tarde cree que despierta a tiempo, y por eso las mujeres que aman de viejas, aman como jóvenes.
- El que grita estando colérico es tan patán como el que ríe a carcajadas.
- El que una sociedad civilizada, crea en los dogmas inventados por la humanidad en su infancia es tan sensato como el que una mujer de edad madura llore y ría con las muñecas que creyó vivas cuando estaba mamando.
- El sueño es la aurora boreal del pensamiento.
- El valor es como la desnudez de la mujer; para que cause atractivo es preciso que no se muestre, sino de cuando en cuando. Si sale a la luz a cada rato, pierde su mérito.
- El valor no consiste en la bilis, ni en la sangre; consiste en la dignidad.
- En chanza se prueba la buena educación. El hombre culto la emplea con amenidad, ligereza y gracia. El majadero no usa en ella sino groserías que se graban el corazón como injurias.
- Hay naturalezas nerviosas que se estremecen cuando estalla un cohete y nada sienten cuando truena el cañón. Hay almas que se escandalizan de una falta y no se alarman ante un crimen.
- Hay partidarios que harían gustosos lo mismo que combaten.
- Hay viejas que darían su alma por encontrar la fuente de Juvencio.
- La buena educación es como el perfume de las rosas, se percibe desde lejos.
- El amor y el celo nacen en el mismo huevo como Cástor y Pólux.
- El antagonismo para el hombre de mérito es el combate noble; para el envidioso es la cruel tortura.
- La caballerosidad en amores es un ayuno siempre expuesto a quebrantarse.
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